Con la aprobación de los ocho objetivos de desarrollo del Milenio (ODM) en 2000, el mundo asumió un firme compromiso. Estos objetivos representan una visión común para reducir drásticamente la pobreza de aquí a 2015 y establecer objetivos claros para mejorar de forma significativa la calidad de vida de las personas.
El aprendizaje y la educación son fundamentales para el desarrollo y, por consiguiente, para este programa. El objetivo 2 pretende que los niños y niñas de todo el mundo puedan terminar un ciclo completo de enseñanza primaria de calidad. El objetivo 3 tiene como finalidad eliminar las desigualdades entre los géneros en la enseñanza primaria y secundaria, preferiblemente para 2005, y a todos los niveles para 2015. De hecho, el aprendizaje está implícito en todos los objetivos de desarrollo del Milenio, dado que, es imposible mejorar la salud materna, reducir la mortalidad infantil y combatir el VIH/SIDA si no se empodera a las personas proporcionándoles conocimientos y aptitudes para mejorar su vida. Además, el objetivo 8 pide "la concesión de una asistencia oficial para el desarrollo más generosa a los países que hayan mostrado su determinación de reducir la pobreza".
Los objetivos de desarrollo del Milenio en materia de educación reflejan los objetivos de la iniciativa Educación para Todos, aprobada también en 2000. No obstante, el programa de la EFA es mucho más amplio, ya que abarca no sólo la enseñanza primaria universal y la igualdad entre los géneros, sino también la educación en la primera infancia, el aprendizaje permanente de calidad y la alfabetización. Este planteamiento integral es crucial para el pleno goce del derecho humano a la educación y para lograr un desarrollo sostenible y equitativo.
¿Qué avances se han logrado hacia la consecución de la enseñanza primaria universal? En el Informe de seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo 2008: Educación para Todos en 2015 ¿Alcanzaremos la meta?, se presenta una evaluación general de los progresos alcanzados a medio camino entre 2000 y 2015. Hay algunas noticias muy alentadoras como las siguientes:
• entre 1999 y 2005, el número de niños que ingresaron en la escuela primaria por primera vez aumentó un 4%, pasando de 130 millones a 135 millones y en el África subsahariana se registró un incremento del 36%, lo que constituye un gran logro en vista del fuerte crecimiento demográfico en esta región.
• La tasa total de escolarización en la enseñanza primaria a nivel mundial aumento un 6,4%, y los mayores progresos se registraron en las dos regiones más alejadas de alcanzar el objetivo de educación, a saber, el África subsahariana y el Asia sudoccidental.
• Por lo que respecta a la tasa neta de matriculación, que mide el porcentaje de niños en edad escolar matriculados en la enseñanza primaria, más de la mitad de los países de América del Norte, Europa Occidental, Central y Oriental, Asia oriental y el Pacífico y América Latina y el Caribe presentan tasas superiores al 90%. Esta tasa es inferior en los Estados Árabes, el Asia Central y el Asia sudoccidental, donde oscila entre un 33% (Djibouti) y un 68% (Pakistán). El desafío es aún mayor en el África subsahariana, donde más de una tercera parte de los países registran tasas inferiores al 70%.
• El número de niños no escolarizados ha descendido considerablemente, pasando de 96 millones en 1999 a aproximadamente 72 millones en 2005, y la mayor variación se observó en el África subsahariana y el Asia sudoccidental, regiones que siguen registrando los mayores porcentajes de niños no escolarizados. El Asia sudoccidental tiene el mayor porcentaje de niñas no escolarizadas.
El objetivo de desarrollo del Milenio en materia de educación establece que los niños y las niñas deben terminar un ciclo completo de enseñanza primaria. No obstante, no todos los países han logrado el objetivo de lograr la igualdad entre los géneros para 2005. Aún así, muchos países han hecho progresos importantes. En el Asia sudoccidental, una de las regiones con mayores desigualdades, por cada 100 niños escolarizados en 2005 había 93 niñas, y esta cifra era de 82 en 1999. Sin embargo, a escala mundial, 122 de los 181 países que cuentan con datos al respecto no habían alcanzado la igualdad entre los géneros en 2005. Queda mucho por hacer, sobre todo en las zonas rurales y los barrios de tugurios urbanos, pero se observan sólidas tendencias en la dirección correcta.
Esta evaluación general indica que los avances para lograr la enseñanza primaria universal han sido positivos. Los países en los que la matriculación aumentó fuertemente aumentaron por lo general el porcentaje del producto nacional bruto que representa su gasto en educación. El gasto público en educación ha aumentado más de un 5% anual en el África subsahariana y el Asia sudoccidental. La ayuda a la enseñanza básica en los países de bajos ingresos se duplicó entre 2000 y 2004.
Estos progresos se han logrado gracias a estrategias universales y selectivas. Unos 14 países han suprimido las tasas académicas en la enseñanza primaria desde 2000, medida que ha fomentado la matriculación de los niños más desfavorecidos. Varios países han creado mecanismos para redistribuir recursos a las regiones más pobres y zonas seleccionadas atrasadas en materia de acceso a la educación, y para compensar los obstáculos económicos que impiden la escolarización de los miembros de los hogares más pobres. Muchos países, como Burkina Faso, Etiopía, la India y el Yemen, han adoptado estrategias específicas para fomentar la escolarización de las niñas, como campañas comunitarias de sensibilización, guarderías infantiles para liberar a las niñas del cuidado de sus hermanos, uniformes y materiales de aprendizaje gratuitos. Estas estrategias están dando resultado y reflejan un firme compromiso nacional para alcanzar la enseñanza primaria universal.
Sin embargo, la matriculación no lo es todo, ya que los niños deben permanecer en la escuela primaria hasta terminar el ciclo. Una manera de medir este factor es conocer el porcentaje de alumnos que alcanzan el último curso de enseñanza primaria. Si bien no existen datos sobre todos los países, la tasa mundial de permanencia hasta el último curso es del 87%. Este porcentaje oculta amplias variaciones regionales, con medias superiores al 90% en todo el mundo, excepto en el Asia sudoccidental (79%) y el África subsahariana (63%). Incluso así, algunos niños abandonan la escuela en el último curso y nunca terminan la enseñanza primaria, y algunos países registran una diferencia del 20% entre los niños que inician el último curso y aquellos que lo terminan.
Uno de los principales retos consiste en mejorar la calidad del aprendizaje y la enseñanza. Las técnicas cognitivas, las competencias básicas y las aptitudes para la vida, así como valores y actitudes positivas, son indispensables para el desarrollo a nivel personal, comunitario y local. En un mundo en el que la adquisición, uso e intercambio de conocimientos resulta cada vez más importante para luchar contra la pobreza y lograr el desarrollo social, la necesidad de obtener resultados con un aprendizaje de calidad se ha convertido en una condición indispensable para poder compartir los beneficios de la creciente prosperidad. Lo que los niños se llevan consigo de la escuela y lo que los jóvenes y adultos adquieren en los programas de aprendizaje no estructurado debería permitirles aprender a conocer, a hacer, a ser y a vivir juntos, como se señala en los cuatros pilares del informe Delors de 1996 intitulado La educación encierra un tesoro.
Los gobiernos se muestran cada vez más preocupados por la baja calidad de la educación. Un número cada vez mayor de países en desarrollo participan en evaluaciones de aprendizaje internacionales y regionales, y realizan sus propias evaluaciones. La evidencia muestra que hasta un 40% de los estudiantes no alcanzan los niveles mínimos de aprendizaje en lengua y matemáticas. Los alumnos de un origen socioeconómico más privilegiado y aquellos que tienen acceso a los libros obtienen mejores resultados que aquellos procedentes de hogares más pobres que tienen menos acceso a materiales de lectura.
Estos estudios revelan mensajes muy claros. En la enseñanza primaria, el aprendizaje de calidad depende, ante todo, de la presencia de profesores debidamente formados. Pero la proporción entre alumnos y maestros ha aumentado en el África subsahariana y el Asia occidental desde 1999. Se necesitan aproximadamente 18 millones de nuevos profesores en todo el mundo para alcanzar la meta de la enseñanza primaria universal en 2015. Otros factores ejercen una clara influencia sobre el aprendizaje, como un entorno físico seguro y saludable que incluye, entre otras cosas, un servicio de saneamiento adecuado para las niñas, materiales didácticos adecuados, planes de estudios adaptados a los niños y suficientes horas lectivas (al menos 800 horas anuales). El aprendizaje inicial a través de la lengua materna tiene una gran importancia para la alfabetización. Una gobernanza transparente y responsable en las escuelas, entre otras cosas, influye igualmente sobre el entorno de aprendizaje en general.
¿Cuáles son, así pues, las perspectivas de alcanzar la enseñanza primaria universal y la igualdad entre los géneros? El Informe de seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo 2008 divide a los países en dos categorías, en función de su actual tasa neta de matriculación: los que registran una tasa entre un 80% y un 96% y los que registran una tasa inferior al 80%. A continuación evalúa para cada categoría si el ritmo de progreso permitirá a cada país alcanzar este objetivo para 2015. Teniendo en cuenta que 63 países de todo el mundo ya la han alcanzado y que en este análisis no es posible incluir a 54 países por falta de datos adecuados, la situación es la siguiente:
De los 95 países que probablemente no alcancen la igualdad entre los géneros para 2015, 14 no la lograrán en la enseñanza primaria y 52 no la conseguirán en la enseñanza secundaria. Otros 29 países no lograrán esta igualdad en la enseñanza primaria ni en la secundaria.
La comunidad internacional debe centrarse en prestar apoyo a aquellos países que actualmente no van por buen camino para cumplir los objetivos de desarrollo del Milenio y los objetivos de la iniciativa EFA, y a aquellos que están progresando. Según las tendencias actuales y si se cumplen los compromisos asumidos, la ayuda bilateral a la enseñanza básica probablemente ascenderá a 5.000 millones de dólares de los Estados Unidos en 2010. Esta cifra se sitúa muy por debajo de los 9.000 millones de dólares necesarios tan solo para la enseñanza primaria, y se necesitarían otros 2.000 millones de dólares en el contexto más amplio del desarrollo educativo.
La alfabetización de los adultos, en particular de las madres de familia, ejerce una importante influencia sobre la escolarización de sus hijos, en particular de sus hijas. En la actual sociedad del conocimiento, 774 millones de adultos son analfabetos y, de éstos, uno de cada cuatro son mujeres. El aprendizaje en la temprana infancia y los programas preescolares ofrecen a los niños que ingresan en la escuela primaria muchas más oportunidades de permanecer hasta terminar el ciclo, pero dichas oportunidades son reducidas y escasas en la mayoría del mundo en desarrollo, excepto en América Latina y el Caribe. Las oportunidades de cursar una enseñanza secundaria de calidad y los programas de aprendizaje permanente motivan a los estudiantes a alcanzar el nivel de educación más alto posible y a considerar que el aprendizaje es una tarea que dura toda la vida.
Las metas que perseguimos se refieren al derecho fundamental a la educación, el cual debería permitir a todos los niños y adultos desarrollar plenamente su potencial, de forma que puedan contribuir activamente a los cambios de la sociedad y disfrutar los beneficios del desarrollo. Actualmente, el desafío consiste en lograr que las oportunidades de aprendizaje lleguen a todos los niños, jóvenes y adultos, independientemente de su origen social. Para ello se requieren políticas inclusivas que lleguen a las poblaciones más marginadas y desfavorecidas, es decir, los niños que trabajan, los que sufren discapacidades, los grupos indígenas, las minorías lingüísticas y las poblaciones afectadas por el VIH/SIDA.
El mundo tiene en el desarrollo humano sostenible su punto de mira, puesto que es la única posibilidad de eliminar las desigualdades y mejorar la calidad de vida de las generaciones presentes y futuras. Con esta perspectiva, los gobiernos, los donantes y los organismos internacionales deben seguir colaborando con valor, determinación y dedicación inquebrantable para alcanzar la enseñanza primaria universal y las metas más amplias de los objetivos de desarrollo del Milenio.